San Jorge de Capadocia, el primer caballero medieval
El 23 de abril se celebra un año más el Día de San Jorge. Por muchos es sabido que su origen legendario se remonta a tiempos de la Reconquista, cuando el rey Pedro I de Aragón fue socorrido por el santo en la batalla de Alcoraz (1096), descendiendo a caballo del cielo y portando una cruz roja. Esta aparición divina animó a las tropas cristianas, facilitando la victoria militar y la toma de Huesca. Desde entonces, el escudo de la ciudad y el de Aragón blanden la Cruz de San Jorge en su recuerdo.
Todo hubiese quedado en una simple anécdota de no ser porque el santo aragonés es uno de los más prolíficos del Cristianismo, a pesar de su oscura biografía, tejida entre leyendas.
Martirio de Jorge de Capadocia.
Suele aceptarse, no sin desacuerdos, que el origen histórico de San Jorge ha de buscarse en la figura de Jorge de Capadocia, santo cristiano y militar del siglo III. Sin embargo, ni siquiera su hagiografía arroja muchas certezas, ya que su redacción se hizo un siglo después de su muerte, siendo más legendaria que histórica.
Según la versión más extendida, Jorge nació en Capadocia (actual Turquía) en una familia cristiana acomodada. Tras morir su padre Geroncio, oficial del ejército romano, su madre Policromía regresó junto al hijo a Dióspolis, su ciudad natal en Palestina (actual Lod, Israel). Allí alcanzó la mayoría de edad y entró en el ejército, ascendiendo a tribuno militar y siendo destinado a Nicomedia como guardia pretoriano del emperador Diocleciano.
En 303, Diocleciano emitió un edicto autorizando la persecución de cristianos, pero Jorge se negó obviamente a participar. Tras ser torturado, el emperador lo mandó decapitar el 23 de abril frente a las murallas de Nicomedia. Sus restos fueron enterrados en Dióspolis.
San Jorge, San Miguel y la leyenda del dragón.
La leyenda de ‘San Jorge y el dragón’, escrita por Santiago de la Vorágine en su ‘Leyenda Dorada’, data del siglo XIII. Cuenta que en el lago de la ciudad libia de Silca vivía un terrible dragón que era apaciguado devorando ovejas. Cuando estas empezaron a escasear, los vecinos decidieron entregar a una persona elegida por sorteo, siendo asignada la hija del rey. Por suerte, San Jorge pasaba cerca y acabó lanceando al dragón. Juntos lo condujeron moribundo hasta la ciudad y, tras convertir a todos al Cristianismo, el santo decapitó al monstruo y devolvió la paz a la región.
Aunque el génesis del mito no es claro, la ‘Vida de Teodoro de Siceón’ nos conduce a aquella que relaciona el origen de San Jorge con el arcángel San Miguel. La crónica cuenta cómo Teodoro pidió al santo hallar sus reliquias, siendo conducido hasta Germia. En esta ciudad, cercana a Capadocia, se hallaba el santuario del arcángel San Miguel, cuyas aguas curativas eran motivo de peregrinación. Anteriormente, el lugar había estado consagrado a Atis, dios ctónico que otorgaba poderes curativos a las aguas; pero para sobrevivir al Cristianismo, su culto se había disfrazado bajo la figura del arcángel.
Del mismo modo que el ángel nombrado en Juan 5,4 removía las aguas de la piscina para curar a quienes se sumergían en ella, ahora San Miguel hacia lo propio en las aguas curativas de Germia. No es casual que Teodoro encontrase las reliquias de San Jorge en la ciudad de San Miguel, como si el primero quisiera mimetizarse con el segundo. Esto explicaría el paralelismo entre el San Miguel apocalíptico que combate al dragón (Satanás) y el San Jorge que hace lo propio al matar al dragón de Silca, casual habitante submarino de las aguas de un lago. A pesar de estas aparentes evidencias, poco más es lo que podemos confirmar sobre la posible analogía entre las dos figuras mitológicas.
El culto a San Jorge, desde Palestina hasta Aragón.
Los primeros datos del culto a San Jorge los hallamos en el martyrium construido en Dióspolis a finales del siglo IV, centro oriental del nuevo culto. Europa occidental no conocerá al santo de forma generalizada hasta finales del siglo XI, cuando los cruzados queden impresionados con sus proezas al llegar a Tierra Santa. Esto concibieron a San Jorge como el miles Christi (soldado de Cristo), tomándolo como protector durante la conquista de Jerusalén y convirtiéndolo en patrón de los soldados.
Pero si su culto no se extendió por occidente hasta bien entrado el siglo XI, es improbable que Pedro I de Aragón se encomendase al santo en una batalla tan temprana como la de Alcoraz (1096), sobre todo si tenemos en cuenta que las primeras crónicas en las que San Jorge es protagonista, datan del siglo XIV. De hecho, en las fuentes del siglo XIII es San Victorián, y no San Jorge, el que se aparece y otorga la victoria. Esta sustitución, que sólo ocurre cuando la devoción tardía por el capadocio se generaliza entre los reyes aragoneses, es el último paso para atribuir al recién llegado la toma histórica de Huesca.
Ahora ya no extraña leer en la crónica de San Juan de la Peña (XIV) que San Jorge participó el mismo día en dos batallas: la de Alcoraz (1096) y la librada por los primeros cruzados en Antioquía (1098). Aunque las fechas no coinciden, el texto asegura que el santo se apareció primero en Antioquía, donde montó en su caballo a un soldado alemán que había sido descabalgado y lo transportó milagrosamente hasta Huesca. Allí San Jorge, antes de desaparecer, ahuyentó a los musulmanes y dejó a su suerte al alemán, que siguió luchando al creer que seguía en Antioquía. Claramente, el cronista deseaba otorgar a la batalla de Alcoraz tintes de cruzada, patrocinada por la figura mitificada de Jorge de Capadocia.
BIBLIOGRAFÍA:
CANELLAS, A. y MARCO, F., 1987. San Jorge de Capadocia, Zaragoza.
DELEHAYE, H., 1909. Les légendes grecques des saints militaires, París, pp. 45-76.
GARCÉS, C.; 2002. “¿San Jorge sustituyó a San Victorián en Alcoraz?”, Diario Altoaragón, 14 y 28 de abril.
VALLEJO, M., 2001. “Inuentio y desarrollo del culto de San Jorge pre-militar y caballero en Galatia”, Polis. Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica, 13, pp. 141-153.
Imagen: San Jorge matando al dragón. Anónimo, Baviera (1869-1886)
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